Cuando:
- te acostumbras a mantener conversaciones sin entender cada palabra de lo que dice tu interlocutor.
- en el momento en el que buscas un techo bajo el que vivir ya no dices “estoy buscando piso” sino “busco casa” y la “double bed” no es una cama de matrimonio sino un requisito indispensable en tu nueva habitación.
- desaparece de tu mente el concepto “balcón”, que es reemplazado por una nueva palabra en tu vocabulario habitual: jardín.
- el pan de molde acompaña los embutidos que te traen de casa y te lo comes sin pensar en la barra de pan de la panadería que te podrías estar comiendo.
- tus amigos españoles te preguntan: ¿salimos sobre las 10? Y tú piensas: “joder, que tarde”.
- las doce de la noche se convierten en las 12pm.
- miras con desprecio al cartón de leche tras descubrir a qué sabe la leche fresca de verdad.
- ya no echas de menos el abre-fácil de las latas porque te has comprado un maravilloso abrelatas en Poundland.
- te das cuenta de que toda la gente que conociste al llegar a Reino Unido ya se ha ido del país.
- ya no te sorprende que un polaco, un iraní o un australiano formen parte de tu grupo de amigos (aunque solo sea en Facebook).
- dices: “esta camiseta me costó en España 10 pounds” y dices “pounds” en vez de “euros”.
- olvidas como se decía una palabra en español o, a veces, solo sabes expresar una idea en inglés.
- hablas inglés sin pensar previamente lo que vas a decir.
- asumes que lo de aprender inglés no es para un año, sino para toda la vida…
Enhorabuena,
Ya puedes decir que vives en Inglaterra.
Te has adaptado.
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